Michelangelo
Buonarroti (Caprese, 6 de marzo de 1475-Roma, 18 de febrero de 1564), conocido en español como Miguel
Ángel, fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los más grandes
artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra
arquitectónica. Desarrolló su labor artística a lo largo de más de setenta
años entreFlorencia y Roma, que
era donde vivían sus grandes mecenas, la familia Médici de
Florencia y los diferentes papas romanos. Fue el primer artista occidental del que se publicaron dos biografías en
vida: Le vite de' più eccellenti
pittori, scultori e architettori, deGiorgio Vasari, publicada en 1550 en su primera
edición, en la cual fue el único artista vivo incluido, y Vita de
Michelangelo Buonarroti, escrita en 1553 por Ascanio Condivi, pintor y discípulo de
Miguel Ángel, que recoge los datos facilitados por el mismo
Buonarroti. Fue muy admirado por sus contemporáneos, que le llamaban el
Divino.4 Benedetto Varchi, el 12 de febrero de 1560, le envió una carta en
nombre de todos los florentinos diciéndole: “... toda esta ciudad desea sumisamente poderos
ver y honraros tanto de cerca como de lejos... Vuestra Excelencia nos haría un
gran favor si quisiera honrar con su presencia su patria.” Tolnay (1978, p. 14). Triunfó en todas
las artes en las que trabajó, caracterizándose por su perfeccionismo. La
escultura, según había declarado, era su predilecta y la primera a la que se
dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición por parte del
papa Julio II, y que se concretó
en una obra excepcional que magnifica la bóveda de
la Capilla Sixtina; y ya en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos.
En 1516, por encargo de León X,
inició el proyecto para la fachada de la basílica de San Lorenzo de Florencia, trabajo que en el año
1520 debió abandonar con gran amargura. Del proyecto original se conservan
numerosos dibujos y una maqueta de madera. A partir de 1520 y hasta 1530,
Miguel Ángel trabajó en Florencia y construyó la Sacristía Nueva de San Lorenzo
y la Biblioteca Laurenciana, en
especial su escalera. Después del saqueo de Roma (1527) y de la expulsión de los Médicis de
Florencia, Miguel Ángel formó parte, como hecho meramente anecdótico, del
gobierno de la nueva República Florentina, de la cual fue nombrado «gobernador
y procurador general de la fabricación y fortificación de las murallas», y
participó en la defensa de la ciudad asediada por las tropas papales. En el año
1530, después de la caída de la República, el perdón de Clemente VII lo salvó de la venganza de los partidarios
de los Médicis. A partir de este
año reemprendió los trabajos de la Sacristía Nueva y del sepulcro de Julio II.
En 1534, al encontrarse a disgusto con la nueva
situación política que se había instaurado en Florencia, abandonó la ciudad y
se estableció en Roma, donde aceptó el encargo de Clemente VII para trabajar en
el altar de la Capilla Sixtina y donde, entre 1536 y 1541, realizó el magnífico Juicio Final. Hasta
el año 1550 fue haciendo obras para la tumba de Julio II, y los frescos de la Capilla Paulina (La conversión de san Pablo y Crucifixión de san Pedro).
Durante los últimos veinte años
de su vida, Miguel Ángel se dedicó sobre todo a trabajos de arquitectura:
dirigió las obras de la Biblioteca Laurenziana de Florencia y, en Roma, la remodelación de
la plaza del Capitolio, la
capilla Sforza de Santa María Mayor, la finalización del palacio Farnese y, sobre todo, la finalización de la basílica de San Pedro del Vaticano. De
esta época son las últimas esculturas como la Piedad Palestrina o la Piedad Rondanini, así
como numerosos dibujos y poesías de inspiración religiosa.
El proyecto de la basílica
vaticana, en el que trabajó durante los últimos años de su vida, simplifica el
proyecto que concibió Bramante, si
bien mantiene la estructura con planta de cruz griega y la gran cúpula.
Miguel Ángel creaba espacios, funciones que engloban los elementos principales,
sobre todo la cúpula, elemento director del conjunto.
Murió
el año 1564 en Roma, antes de ver acabada su obra, a la edad de ochenta y ocho
años, acompañado por su secretario Daniele da Volterra y por su fiel amigo Tommaso Cavalieri;
había dejado escrito que deseaba ser enterrado en Florencia. Hizo testamento en
presencia de su médico Federigo Donati, «dejando su alma en manos de Dios, su
cuerpo a la tierra y sus bienes a los familiares más próximos». Su sobrino
Leonardo fue el encargado de cumplir con esta última voluntad del gran artista,
y el 10 de marzo de 1564 recibió sepultura en la sacristía de la iglesia de la Santa Croce;
el monumento funerario fue diseñado por Giorgio Vasari el año 1570. El 14 de julio
se celebró un funeral solemne; fue Vasari quien describió estos funerales,
donde participaron, además de él mismo, Benvenuto
Cellini, Bartolomeo Ammannati y Bronzino.
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